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Empoderando a una mujer rarámuri

Rosa Villalobos nació en San Ignacio de Arareco, un remoto y pequeño ejido rarámuri a cuatro horas al suroeste de Chihuahua, donde la población no excede las 70 personas. Su familia, compuesta por nueve hermanos, ha tenido un papel preponderante en la comunidad, pues su abuelo, su papá y su hermano han ocupado puestos como las principales autoridades locales al ser Comisarios Ejidales. A los 15 años aprendió a hablar español y a pesar de que en Chihuahua sólo el 11% de quienes habitan en zonas rurales pobres tienen acceso a educación superior, Rosa se inscribió a la carrera de Ecología en la Universidad de Chihuahua. Rosa no pudo completar la licenciatura por motivos económicos y por falta de tiempo, pero siempre ha tenido la motivación de superarse y hacer cosas para mejorar el entorno en el que se desarrolla.

La relación de Rosa con TransCanada empezó hace un año cuando se convirtió en promotora del proyecto El Encino- Topolobampo. Los promotores se encargan de conocer y aprender sobre los procesos de construcción y las actividades que realiza la empresa, para después replicarlo en su comunidad y difundir sus conocimientos. A través de pláticas informales y reuniones llevadas a cabo en los lugares por los que cruza el proyecto, se sensibiliza a la gente y se busca estrechar lazos. Rosa ha sido una pieza clave para abrir el diálogo con la comunidad indígena y así brindarles información certera sobre el gasoducto y explicarles desde su óptica el funcionamiento y los beneficios que este proyecto traerá a la región.

El ser promotora del gasoducto le permitió a Rosa ser una líder de opinión en San Ignacio. Ella cuenta que al principio la gente no estaba de acuerdo en que realizara esa labor, pero poco a poco esto fue cambiando: “Ahora he ganado el respeto de ellos. Ellos hablan conmigo y me preguntan cosas”, menciona. También desarrolló nuevas habilidades, como la oratoria, que la han llevado a posicionarse como una mujer de gran influencia en su comunidad. Ella valora mucho el aprendizaje que ha recibido al colaborar con los empleados de TransCanada: “He aprendido mucho. Ellos me ayudaron a ver diferentes formas de pensar y a ya no tener tanto miedo de hablar en público”, señala.

El conocimiento compartido entre los promotores y los empleados de TransCanada es mutuo: “Promotoras comunitarias como Rosy nos permiten conocer más acerca de las regiones y las culturas con las que convivimos; generar relaciones de colaboración y mutuo beneficio. Su labor favorece la mejor convivencia posible entre nuestros proyectos y las poblaciones vecinas”, señala David Torres, Coordinador de Relaciones con la Comunidad de TransCanada.

Rosa relata la satisfacción que sintió al obtener un resultado favorable en el proceso de la consulta pública. Uno de los principales problemas que existía para el rechazo del gasoducto era la falta de entendimiento por los rarámuris. Al poner en práctica lo que aprendió, ella fue capaz de explicarles de qué se trataba, desde su cosmovisión y forma de ver la vida, y convencerlos de que era un proyecto que los beneficiaría. Lo que más le enorgullece es haber logrado que la mayoría de las personas de su comunidad, incluso aquellas que no estaban ahí todo el tiempo, asistieran y que se aprobara la construcción. “Hicimos venir personas que no creíamos… Ese día sí me sentí muy a gusto, es que nunca antes habíamos trabajado así”, comenta.

Actualmente ella es parte del Comité de Turismo y el Comité de Seguimiento de San Ignacio de Arareco, que se encarga de designar el destino de las inversiones sociales de TransCanada. Hoy ella apoya a su hermano Daniel, actual Comisario Ejidal, a redactar comunicados y oficios, así como a organizar actividades de beneficio para la comunidad.

El camino que Rosa ha recorrido es largo; rompiendo con estereotipos y tabúes sobre lo que las mujeres de su pequeña comunidad deberían ser y hacer, como resultado de años de costumbres y de tradición. Lejos de ver su papel actual como su máximo logro, los pasos que ha dado le dan la plataforma para poder en un futuro alcanzar sus verdaderas metas, seguir la tradición familiar de liderazgo y ser la primera mujer en convertirse en Comisaria Ejidal de su localidad.